La calidad y la seguridad alimentaria son conceptos que van evolucionando a medida que se introducen nueva técnicas o procedimientos en las empresas. Uno de ellos, es el Food Defense, procedimiento exigido por los principales estándares y normas relacionados con la seguridad alimentaria como IFS, BRC y FDA para identificar, mitigar y vigilar posibles fuentes de contaminación intencionada de alimentos, así como identificar las medidas preventivas para reducir dichas adulteraciones.
Food Defense es un procedimiento exigido, por el momento, por IFS, BRC y FDA para identificar, mitigar y vigilar posibles fuentes de contaminación intencionada de alimentos, así como identificar las medidas preventivas para reducir dichas adulteraciones que afectan no sólo a la cuenta económica de las empresas sino también a la imagen de marca.
En España, el término Food Defense todavía no está interiorizado en muchas empresas y es la necesidad de cumplirlo por la normativa de IFS (ha otorgado una moratoria para su cumplimiento hasta el 15 de julio de 2014, pues tenía que entrar en vigor el 16 de julio de 2013) y BRC, lo que está obligando a muchas empresas a su implantación.
En la actualidad, sólo las empresas agroalimentarias que exportan a los Estados Unidos están obligadas al cumplimiento de esta norma exigida por la FDA pero se espera una próxima regulación europea.
La implantación de un plan de Food Defense requiere tener en cuenta no sólo la seguridad alimentaria, sino también aspectos tan importantes para lograr una protección global de la empresa como la seguridad física, la ciberseguridad y el control y mejora de los procesos productivos. Todo cumpliendo fielmente el marco normativo y la certificación que exigen las normas IFS/BRC y FDA.
Mediante la implantación de un plan de Food Defense en las empresas se consigue reducir los riesgos de contaminación intencionada o indebida y fabricar así productos inocuos para los clientes, mejorando la reputación empresarial como proveedor de productos seguros e incrementando la confianza de los consumidores. Y también ayuda a corregir potenciales incidencias de forma preventiva y/o responder de forma rápida ante situaciones de emergencia alimentaria.
Además, se pone mucho énfasis también en la reducción de incidencias de procedimientos, tanto de aquellos que obligan a la retirada de productos, reclamaciones o costes por ineficiencia; como de aquellas señaladas tras inspecciones de entes reguladores. Sin olvidar las ventajas estratégicas para el acceso a mercados exteriores anteriormente señaladas.
Las inquietudes sobre la seguridad alimentaria solían concentrarse exclusivamente en la contaminación accidental, pero en los últimos años tras el atentado del 11 de septiembre de 2001 en New York, surgieron las preocupaciones por la posibilidad de introducir intencionadamente agentes biológicos, químicos o radiológicos en la cadena alimentaria y de esta manera en el consumidor final. De esta forma nació lo que se denomina Food Defense, por el USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos) y posteriormente por la FDA (Administración de Fármacos y Alimentos).
Fuente:el diario de navarra