En medio del debate sobre los desarrollos futuros del cambio climático y la necesidad de reducir a cero las emisiones netas en las dos próximas décadas, la transición energética global de los combustibles fósiles a las energías renovables se ha convertido recientemente en el centro de atención para muchos gobiernos y Estados. En este sentido, debido a su vasta geografía y sus abundantes recursos naturales, América Latina tiene el potencial para convertirse en una de las piedras angulares del sector. No en vano, la capacidad de energía renovable en la región superó los 290 gigavatios en 2021, un valor que supone un crecimiento de más del 67% con respecto a diez años atrás.
De energía hidroeléctrica a otras fuentes renovables
Las fuentes de energías renovables engloban todos aquellos recursos naturales utilizados para generar energía que, a diferencia de las fósiles, son inagotables y generan un impacto ambiental escaso. Incluyen la energía solar, eólica, marina, biomasa, hidráulica y geotérmica. De entre todas ellas, es en particular la energía hidroeléctrica la que históricamente ha constituido el centro de la matriz energética de América Latina. Por ejemplo, la represa de Itaipú, en la frontera entre Brasil y Paraguay, es la segunda presa hidroeléctrica más grande del mundo, según su capacidad. Se inauguró en 1984 y, gracias a ella, la capacidad hidroeléctrica de América Latina era de casi 200 gigavatios solo cuarenta años después, lo que representa aproximadamente dos terceras partes de la capacidad renovable de la región en 2021. Pese a ello, en la última década ha habido un cambio de enfoque, en línea con las tendencias globales, priorizándose la energía solar y eólica. De hecho, la capacidad de energía eólica de América Latina se quintuplicó con creces desde 2013. A su vez, la solar fotovoltaica aumentó más de 100 veces en el último decenio, superando recientemente los 29 gigavatios.
De potencia a realidad
Pese al floreciente desarrollo de esta industria, la mayoría de los países latinoamericanos todavía exhiben una oportunidad considerable de expansión. Por ejemplo, las energías renovables todavía suponen menos del 15% del suministro de energía primaria en México y en Argentina representan en promedio el 8,5%.
Entre algunas de las formas que los países de América Latina han hallado para avanzar hacia sus objetivos verdes destaca el caso del hidrógeno verde, área en la que Chile es líder indiscutible. Esta técnica corresponde a generar energías renovables con cero emisiones y se logra al romper moléculas de agua (H2O) mediante electrólisis. El país ha realizado importantes inversiones para reducir los costos del proceso y poder hacer del hidrogeno una forma viable de producción energética.
México da dos pasos atrás en las energías renovables
México cuenta con una importante capacidad de generación de energía limpia, concretamente la segunda mayor en América Latina, empero, el gobierno de Andrés Manual López Obrador ha decidido continuar su apuesta por las energías fósiles. Cabe destacar que México sigue siendo uno de los mayores exportadores de petróleo a nivel mundial. Si bien el presidente del país azteca en sus promesas de campaña propuso la prohibición de técnicas que dañen las reservas de agua y aumenten la emisión de gases como el fracking o fractura hidráulica, dichas intenciones quedaron en palabras. Aunque públicamente son criticadas, el Gobierno sigue destinando importantes sumas de dinero para potenciar las extracciones. Ahora bien, las reservas probadas de petróleo y la producción han caído, respectivamente, cerca de un 40% y un 31% en los últimos 10 años. Por ello, sorprenden mucho proyectos como la construcción de la refinería de Dos Bocas en Tabasco (que espera se completen entre 2023 y 2024) o la compra de la refinería Deer Park en Texas (Estados Unidos) por parte de la empresa estatal PEMEX a principios de 2022.
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Fuente: es.statista.com